domingo, 10 de abril de 2011

2º Aguas Perjudiciales y No Perjudiciales.


Un índice útil de carácter general sobre la aptitud de un agua, en la técnica del hormigón, es su potabilidad. 

Las excepciones se reducen, casi exclusivamente, a las aguas de alta montaña, cuya gran pureza les confiere carácter agresivo. No obstante, algunas aguas manifiestamente insalubres pueden también ser utilizadas: aguas bombeadas de minas (que no sean de carbón), algunas de residuos industriales, aguas pantanosas, etc. Las aguas depuradas co ro pueden emplearse perfectamente. 



Entre otras, no conviene emplear aguas cuyo pH sea inferior a cinco, ni las que contengan aceites, grasas o hidratos de carbono. Cuando el agua contiene materias sólidas en suspensión (limos o arcillas) debe proscribirse su empleo, y que esos finos disminuyen notablemente la adherencia pasta-árido.
En casos de duda es necesario efectuar análisis para determinar la aptitud de un agua. Las limitaciones impuestas por la Instrucción española EHE.

Un criterio práctico mediante el cual puede justificarse que un agua de amasado no altera, perjudicialmente las propiedades exigibles al hormigón, puede ser el ensayo comparativo de resistencia, a 28 días de los hormigones amasados con el agua en estudio y con un agua potable de buena calidad.

En Estados Unidos, como resultado de una amplia experimentación (cerca de 6.000 ensayos sobre más de 60 aguas diferentes), utilizan a veces aguas de amasado en principio no aptas, si la pérdida de resistencia que producen en el hormigón, apreciada mediante el ensayo comparativo, no supera el 15 por 1004 El único riesgo que se corre aplicando este criterio es que pueden existir sustancias nocivas (especialmente cloruros) cuyos efectos se manifiestan solamente a largo plazo.

En fin, si es absolutamente obligado emplear un agua sospechosa, convendrá forzar la dosis de cemento (no menos de 350 kg/m3) y mejorar la preparación y puesta en obra del hormigón.

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